miércoles, 25 de noviembre de 2009

Televisión federal, cabeza federal


Por Lic. Graciela Ramos

Ante las perspectivas que abre la nueva Ley de Comunicación Audiovisual me parece oportuno reflexionar sobre lo que todos aspiramos a desarrollar cuando hablamos de televisión federal, desde lo público y también desde lo privado.
Las posibilidades que ofrece la nueva norma nos obligan no solo a pensar y discutir esta televisión, sino a darle forma concreta, a parirla, a abandonar el plano de la pura especulación, para abordar su misma creación. Me refiero a determinar los contenidos y a plasmar en la práctica lo que aspiramos que sea .
Lo federal nos plantea un desafío en lo que respecta a producción y contenidos, que nos impele a mirarnos a nosotros mismos y a los grandes proveedores y productores, a los que geográficamente ubicamos en Capital Federal y sus alrededores, con ojo crítico.
Y digo con ojo crítico porque si bien es plausible la intención de quienes, desde el puerto, quieren mirar el país federal, seguramente por su condicionamiento cultural están impedidos de hacerlo y aunque tengan la sana intención de romper ese límite, es muy difícil que puedan lograrlo sin nuestra ayuda, la de la gente del interior.
De la misma manera nosotros, el interior, acostumbrados a depender de los contenidos provistos desde Buenos Aires, por más que protestemos, deberemos ahora comenzar a gestionar los propios, a producirlos, a hacerlos sustentables y a darles visibilidad.
La sustentabilidad de estos productos está, yo diría, indisolublemente atada al éxito de lo que la nueva ley propone. De la misma forma su visibilidad, ya que si generamos contenidos que no ve nadie, que no resultan atractivos para nadie, transitaremos un camino que nos llevará sin dudas, al fracaso de lo que el espíritu de la ley sostiene.
Debemos pensar que nuestros canales, aún los públicos, cuentan con una programación de más de 20 horas diarias, mayoritariamente conformada por contenidos que no son propios, que por lo general son retransmitidos desde los canales madre a los canales del interior de los grupos que los conforman. En el caso de la televisión privada por ejemplo, Telefé y Canal 13 proveen a los canales del interior de sus respectivos grupos y en el de la pública, Canal 10 es provisto por Canal 7 y Encuentro.
La producción de contenidos es costosa no sólo desde lo económico que no es un tema menor, sino también desde la propia realidad, y desde lo creativo y lo atractivo.-
La digitalización de la televisión abre la posibilidad de que muchos más canales de los que por ejemplo en Córdoba lo están haciendo, puedan emitir en UHF. Debemos pensar cuáles, de qué modo y cómo se generarán y sostendrán sus contenidos.
Las organizaciones de la sociedad civil que accedan a ellos, así como los del sector público y aún los privados que no respondan a lo que hoy llamamos el monopolio, deberán garantizar programaciones atractivas y diversas que cubran si no veinte horas, unas cuantas al día durante toda la semana.
Los costos de producir para televisión son muy altos. Habrá que pensar en consecuencia, cómo se solventan. Si confiamos en que por medio de la publicidad, deberemos tener en cuenta que la inversión en ese rubro continuará siendo la misma, solo que ahora para repartir entre muchos más canales que además, deberán generar muchos más contenidos que los que actualmente produce la televisión argentina, sin distinciones de pública o privada.
Pero también habrá que considerar que muchos de los grandes anunciantes que hoy sostienen con su publicidad a las grandes redes de la televisión privada, seguramente tendrán otra actitud con los nuevos canales que no respondan puntulamente a sus intereses.
Por otro lado, debemos recordar que muchos de los canales del interior del país, sobre todo del NOA, NEA , Cuyo y sur, son sostenidos por la publiciad de los gobiernos de turno, a los que quedan atados. Si estos canales se multiplican, más allá de los condicionamientos aludidos y contra los que sin lugar a dudas hay que luchar, es razonable preguntarse de dónde surgirán los recursos para que puedan mantenerse.
Al iniciar estas reflexiones mencioné el condicionamiento cultural del que creo no puede desprenderse Buenos Aires para mirar el interior. De la misma manera estimo que, desde las provincias, nos paramos nosotros para abordar el problema. Quiero decir que no creo que estemos exentos de esos condicionamientos, los mismos u otros.
No sé si se ha hilado fino por ejemplo, en torno a la sustentabilidad de los canales en el interior del país. No sé si nosotros, el interior, tenemos una cabal idea de la magnitud de lo que estas transformaciones representan, no solo en los hechos concretos, en la producción y en la realización concretas, sino también en nuestras cabezas.
Me parece que es un buen momento para romper nuestros límites, para comenzar a mirar y mirarnos de otra manera, y sobre todo ayudarnos a reformular la relación entre la Capital Federal y el país del interior.
¿Hay algún otro medio que no sea el de la comunicación?

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